Hoy me he levantado con cierta morriña y todavía queda un día para el final. Sí, hablo de
Harry Potter, como no podía ser de otro modo en estas fechas...
Solo con recordar la primera vez que cogí La piedra filosofal con doce o trece años... y lo dejé porque no me enganchó, para retomarlo semanas después y quedarme fascinado, o cuando bajé corriendo a la cocina para decirle a mi madre: "¿sabes quién es el malo del tercer libro? ¡La rata de Ron!", o cuando me releí los tres primeros tomos una decena de veces porque, como tantos otros, tuve que esperar dos años para El caliz de fuego, o cuando mi abuela me regaló un cuadro pintado por ella con el escudo de Hogwarts, o cuando me compré el giratiempo, la varita y el mapa del merodeador... o cuando fui a ver la primera película al cine y encontré tantos fallos que me indigné, (aunque en el fondo estaba emocionado); o cuando dirigí junto a mis amigos el famoso Expreso de Hogwarts... o cuando montamos las fiestas en Casa del Libro, o cuando escribí mi primer fan-fic sobre el niño mago... o cuando cerré el séptimo libro porque había terminado la historia... O cuando...
Solo con recordar todo se me hincha el corazón y se me hace un nudo en la garganta.
Supongo que quien haya sentido todo esto sabrá a lo que me refiero. Supongo que esto es lo que nos toca a los que somos llamados "la Generación Harry Potter". Porque nosotros hemos crecido junto a Harry, Ron y Hermione. Y hemos sufrido con ellos y hemos reído con ellos y hemos luchado con ellos.
Esta entrada esta dedicada a todos nosotros, porque aunque mañana sea el final de una etapa, será también el comienzo de otra nueva que seguramente compartiremos.
¡Draco Dormiens Nunquam Titillandus!
Esta es una foto con algunas de mis citas favoritas de los libros.
De fondo, una imagen que he tomado hoy con algunas de mis posesiones relacionadas con la saga.
Un saludo,
Javier