Por fin encuentro un rato para escribiros; hoy, que justo no ha saltado el despertador y me he quedado dormido. Como digo siempre: de perdidos al río. Así que, antes de seguir corrigiendo PLAY (¡Ya llevo un poco más de la mitad!) aprovecho y os cuento qué ha sido de mí en las últimas semanas.

Como os dije en una entrada anterior, tuve la suerte de asistir como editor a la Feria del libro de Frankfurt. En ella se dan cita cientos de agentes y editores de todo el mundo para presentar al resto de mercados sus obras y vender los derechos. Fue una experiencia única en la que pude tomar el pulso al mercado internacional, ver cuáles son las grandes apuestas para los próximos años y qué tendencias se están dando en la literatura juvenil. Además, y por si el viaje de por sí no iba a ser entretenido, coincidí con numerosos amigos que habían ido, como todos, a trabajar.


Imaginad mi sorpresa cuando la editora de Montena (¡mi editora de PLAY!) me dijo que Esther Sanz (autora de El bosque de los corazones dormidos) estaba por Frankfurt. Justo me había acabado su libro el día anterior, por lo que fue estupendo poder quedar con ella para comentarlo con calma y decirle en persona lo mucho que me había gustado. Además, ese mismo día quedé con Francesc Miralles y pudimos ir a comer después de la Feria a un restaurante en el que te ponían la carne cruda sobre un trozo de piedra ardiendo para que se fuera haciendo en directo y a tu gusto (lo de este hombre no tiene parangón: conoce todos los secretos de cualquier ciudad aunque sea la primera vez que la pisa).


Fueron dos días agotadores, pero inolvidables. No dejé de correr de un lado para otro, de cita en cita, ya que es un lugar enorme y los stands están distribuídos por los diferentes pabellones, pero la experiencia mereció la pena. Espero poder repetir en próximos años.


Unos días después asistí a los Encuentros de lectura en la nube organizados por la Fundación Germán Sanchez Ruipérez en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca). Allí, además de escuchar a otros ponentes, mantuve una animada charla con Isabel Barceló, autora y bloguera, y María Antonia Moreno, que hizo de moderadora. En ella hablamos de los diferentes métodos de creación, las posibilidades que ofrecía la red a los autores y las opciones (muy variopintas) de promoción de nuestras obras.


Además, la tarde que tuve libre, me acerqué a Salamanca para dar una vuelta y tomar un batido en el famoso Mandala con la nueva autora de Versátil: María Victoria Álvarez, escritora de la novela Hojas de dedalera.


Y por si esto fuera poco, ese mismo sábado tuve el honor de presentar a J.A. Cotrina y su magnífica saga El ciclo de la luna roja junto a mi compañero de El Templo, Rafa.


El resto de mi tiempo lo he dedicado a corregir PLAY, como digo, y a escribir un relato que saldrá próximamente en la web de un amigo, además del fragmento de la historia compartida entre los autores de Versátil para este Halloween que podéis leer en su Facebook:

Aquel iba a ser un Halloween muy especial, se dijo Alex. Un punto y aparte en su vida. Cuando sus compañeros de clase descubrieran a qué casa se había atrevido a ir a pedir caramelos, dejarían de burlarse de él y comenzarían a respetarle. Zanahorio, Esmirriao, Carasepia... todos los estúpidos apodos que le habían ido poniendo por culpa de su aspecto enclenque desaparecerían. No volvería a ser invisible nunca más. Lo único que tenía que hacer era cruzar aquel jardín que parecía retarlo con sus malas hierbas siseando por culpa del viento, llamar a la puerta y pedirle caramelos a la huraña y misteriosa Anavia Daluenga. Eran pocos los que se habían atrevido a llevar a cabo aquella empresa, y menos los que habían regresado con sus conocidos dulces de miel y limón. Nadie sabía a ciencia cierta cómo los fabricaba o qué ingredientes utilizaba para que tuvieran aquel sabor. Lo único que estaba claro era que, según se decía, quienes los probaban no los olvidaban jamás, y que serían la prueba fehaciente de que él había estado allí esa noche. Alex no quiso perder más tiempo. Respiró hondo, se armó de valor y cruzó el descuidado jardín en dirección al tenebroso hogar de la anciana. Después tocó el timbre y aguardó... (JAVIER RUESCAS, autor de la trilogía Cuentos de Bereth)

Si queréis seguir leyendo la historia, PINCHAD AQUÍ. No os decepcionará. Además, ¡podéis ganar un lote de libros de la editorial!

Un saludo,
Javier